
La zona va acorde con el sitio donde hemos cenado. El mercadillo que se encuentra en Ameyoko es una sucesión de tenderetes que venden desde fruta y pescado a artículos de limpieza y zapas de segunda mano.

Son un montón de puestos y el tren pasa justo por encima de nosotros, con un ruido ensordecedor entre unas cosas y otras. Hay zapas a buen precio y un japonés regalando avellanas. Todo, surrealista.


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