Otra cosa que me llama la atención es la educación de los japoneses. Son super cívicos. Si hay una obra en la calle, hay obreros por todas partes llevando los coches hacia un lado, a los viandantes, a otro. Están atentos de que todo funciones bien. También pasa en las tiendas. Parece que no, pero las dependientas sabrán cuando entras y cuando te vas. Gritan en ambas ocasiones, como si fuera un ritual.
Dar la bienvenida y despedirse es casi obligatorio y signo de buena educación. Ver una cabina de teléfonos impoluta con sus tres guías de teléfonos limpias parece algo increíble en España. Allí lo normal es que esté todo limpio: la calle, el metro, los baños... siempre hay papel higiénico. Y eso que en la calle no hay papeleras: es muy complicado encontrar una papelera. De hecho te venden los chicles en un bote y dentro van pequeños papeles para guardar el chicle en él cuando lo vayas a tirar.
Japonés con campanilla. Mira la cara de susto. Foto de Lluch.
Es curiosa una estatua de una señora con su perro lazarillo (al que le han colocado una corbata) dedicada a la gente ciega. Sin exagerar, vimos dos ciegos, dos embarazadas y dos negros. Resulta raro decirlo así pero es como si se escondieran o no existieran y eso que nos pateamos la ciudad. Y siempre llaman la atención las señales, como ésta en la que aparece un muñequito simpático. Tokyo está lleno de muñecos graciosos que te explican las cosas desde los anuncios, la tele o cualquier aviso aunque sea oficial. Como si desde la ficción los japoneses confiaran más en lo que les están vendiendo.
7.10.06
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