27.10.06

Sexto día (parte 2): las japos negras

Puedes decir todo de los japoneses. Cómo molan, que bien visten, cómo se lo pasan, etc, etc, pero es incomprensible esta moda de las japonesas (y japoneses, que haberlos haylos) que se pintan la cara y manos de negro (evidente además), que se peinan a lo occidental y que visten en plan cantoso. Los encontrarás en los centros comerciales de compras y en las calles de Shibuya sobre todo. A veces es espeluznante. ¿Qué dirán sus padres?



24.10.06

Sexto día (parte 1): trayecto hotel-metro

Cada mañana, cuando vamos en metro, hacemos el mismo recorrido, callejeando hasta la entrada. Éstas con algunas de las imágenes.

Callejuela. Las letras en el suelo siempre llaman la atención.


Te encuentras templos o puertas donde menos te lo esperas. Ésta estaba al lado del hotel.


En nuestro barrio colocaron estos farolillos mientras duró una fiesta que celebraron durante unos días.


De estas procesiones nos encontramos unas cuantas. Ésta era la de nuestro barrio.


Restaurante al que no entramos pero típico en callejuelas apartadas.

9.10.06

Quinto día (parte 22): record maquinas seguidas

Nueve máquinas seguidas en la misma calle. Merece una entrada única.
Si viste más máquinas seguidas envíame la foto.


Hay quien ha encontrado ¡quince!. Aquí va la foto.


Pero gana Kiraicon 16 máquinas seguidas!

8.10.06

Quinto día (parte 21): karaoke

Buscamos un karaoke en la zona y entramos al Karaoke Pasela. No hablan inglés pero tienen una especie de carta en inglés. Pagas por medias horas, con un mínimo de una hora, y tienes la opción de poder comer (que pagas) y de poder beber todo lo que quieras por unas 300 pelas cada uno. De esta forma, saben que te vas a tirar más de una hora, y así gastas sin darte cuenta al querer beber y beber más.

Nos asignan una habitación privada para cuatro, con una mesa de madera, bancos, una tele plana y unas vistas alucinantes, como las que se veían en el karaoke de Lost in translation.


La mecánica es simple. Tienes un aparato sin cables donde tecleas el nombre del cantante y te salen listas de canciones.


Eliges una y aparece en la tele un vídeo con sólo la sintonía y las letras. Cantar es difícil pero si encima sólo tienes la melodía ya es lo peor. No puedes cortar la canción a no ser que apagues el aparato (el Vogue de Madonna se almacenó tres veces y nos volvió locos) y a veces son tela de largas. Así que en hora y media que estuvimos nosotros sólo pudimos entre que no sabíamos cómo funcionaba, las risas, comer y beber, unas diez canciones.


Aquí haciendo el ridi.


Jose, a lo Jim Morrison.


El dueto de hermanos emulando a Pharrell.


Al cachondeo!
No te molestan, nadie abre la puerta. Para pedir las bebidas y la comida lo tienes que hacer a través de un aparato, tecleando. Sin embargo, como no lo entendemos muy bien, llamamos a través del teléfono y hacemos un pedido exagerado en bebidas por temor a que no vuelvan. Por ejemplo, pedimos cuatro de sake y el camarero nos subió cuatro botellas de sake imbebibles por fuertes.


Yo con la pandereta, muy friki.


Lluch y Jose pandereta en mano. Las botellas son de sake.


Picadero? En el baño de tías había compresas y enjuague bucal!

Quinto día (parte 20): sustito

Cuando entrabas al edificio cada garito tenía su placa en la entrada. Al salir nos dimos cuenta de que el nuestro se llamaba Oh! Bar Heat.


A la salida del garito, había un cartel en plan cachondeo con una ?chica chico? occidental.


Decidimos no coger el ascensor e ir por las escaleras. En todas las plantas el glamour de entrada del ascensor se iba al garete ya que las escaleras estaban llenas de basura. En la siguiente planta nos encontramos con un garito sólo para tíos con un gran cartel de japonesitas cachondas. No hay foto porque había un maromo en la puerta. Seguimos bajando y nos encontramos con este bareto dedicado exclusivamente al beisbol.


Seguimos bajando. Vemos un garito con pinta sospechosa sólo para socios del club (esto nos lo dice un negro gigante, al fin vemos un negro!)y antes de salir a la calle un local con una armadura gigante en la puerta que impresiona. Al pasar, como un resorte el casco se enciende en rojo y nos ponemos tan nerviosos que Lluch suelta un grito y yo saco la cámara antes de que salga alguien del garito a decirnos algo. Así quedaron registrados los caretos de la juerga padre.

Quinto día (parte 19): de bares

Tras la impresionante vista desde la Torre Mori decidimos ir a beber algo. Nuestra primera noche de juerga, a ver qué tal. Nos quedamos por la zona pero no sabemos muy bien dónde entrar. En las primeras plantas de los edificios sí sabes lo que te vas a encontrar pero casi todos los baretos que molan están allá arriba, en alguna planta muy alta de algún edificio.

Nos decidimos por un pub irlandés, lleno de varios irlandeses,sí, borrachos, y de pronto como que te sientes un poco menos en Japón. Allí nos tomamos una pinta en condiciones. Nos sirve para tener un rato y decidir si cenamos o nos vamos del tirón al karaoke. Si no entras en un karaoke en Tokyo es como que falta algo.

Tras la cerveza, vemos algunos restaurantes que no nos convencen. Por esta zona hay mucho restaurante estilo hispano o de tapas pero luego entras y sólo escuchas música salsa y de tapas, nada.

Vemos en un edificio varios baretos en varias plantas y nos metemos sin saber muy bien a dónde vamos. Cogemos un ascensor y a la última planta. Llegamos a una azotea donde hay un bar pequeñísimo, con sus dardos y su pequeña barra de bar, y dos japoneses que nos miran con cara de asombro. Está vacío y nos encontramos de pronto todos mirándonos sin saber qué decirnos. La palabra clave es beer (ellos lo llaman baru, que suena muy parecido) y nos dan cuatro latas de Heineken. Con ellas nos vamos a una terraza con una valla, con mesas y sillas de plástico desde donde hay una vista alucinante.

Da miedo ¿eh?


Y nos hacemos las fotos de rigor.

Quinto día (parte 18): Torre Mori

Tras una ducha en el hotel vamos a la zona de Roppongi, un barrio lleno de locales nocturnos y del complejo arquitectónico más grande de Japón. Nuestra idea es subir a la Torre Mori o Tokyo City View que se encuentra en la zona llamada Roppongi Hills. En esta zona hay casi 300 locales de tiendas, restaurantes, cines, hoteles y una emisora de radio. La entrada son 1.500 pelas y puedes acceder a una exposición de arte.

El punto de encuentro es una cafetería que se llama Almond. No tiene nada especial, de hecho la gente que queda espera fuera, porque es justo un cruce entre la Avenida Roppongi y la calle Gaien Higashi. Llegamos hasta allí y me sorprende ver a caballeros vestidos impecables con paraguas negros acompañando a las chicas que parecen despistadas.


Así se ve la Torre Mori de noche. La araña gigante formaba parte de una exposición. Esta araña curiosamente la vimos en una visita hace años al Museo Guggenheim de Bilbao. La araña entonces estaba cerca de la ría de Bilbao.



Vista panorámica desde la Torre Mori a 250 metros de altura. Dentro también tienes opción de ver una exposición de arte. No te pierdas la tienda, con un montón de pijadas varias, entre ellas, todo (¡pero todo!) de mi amado Yoshitomo Nara. Del diseñador japonés también se anunciaba una exposición, pero por falta de tiempo tampoco pude ir. Una pena.



Dentro de la Torre vendían nanorobots que a Jose le encantan.
Tienes la opción de hacerte una foto panorámica (info aquí). Pero si te llevas tu cámara no hay ningún problema, aunque no es nada fácil.

Fotos de Peik.





Creía que en Lost in Translation Scarlett Johansson también subía, pero no porque creo que cuando se rodó la peli no existía todavía. La vista corresponde al hotel en el que pasa la mayor parte de su soledad.

Quinto día (parte 17): A Bathing Ape

Encontramos una tienda de revistas y libros a tutiplén. Y de manga también, claro. La japonesa de la foto parece que está rezando pero es que ante tanta avalancha de mangas es imposible saber qué vas a comprar.


En Japón hay una auténtica mangamanía, como puede verse en esta imagen.


Todo además está en japonés así que tampoco te rompas mucho la cabeza. Sin embargo, no compro ningún manga. Ya lo haré en una tienda más grande y popular que se llama Mandarake. Pero sí me pillo un libro sobre Nigo muy chulo y que trae de regalo un muñeco hinchable del mono, marca de la casa A Bathing Ape. Marca de la que ya hablé el tercer día.



Quinto día (parte 16): Madonna y Hard Rock

Salimos del parque y volvemos a la zona de tiendas de Ameyoko.
Ésta es la entrada de día. Al lado, una tienda donde venden de reventa entradas para el concierto de Madonna en el Tokyo Dome. La que aparece en la foto costaba nada menos que 24.000 pelas. Los conciertos son muy caros en Japón.



No vamos pero por dentro el Tokyo Dome es así en un partido de beisbol.

Me siguen sorprendiendo los carteles de los platos. Éste en Ameyoko era gigantesco con variedad de precios, desde las 300 a las 1.000 pelas. Bastante barato.


Sin embargo, el cuerpo nos pide carne y nos encontramos con el Hard Rock de Tokyo, muy pequeño y con poca gente. En comparación es mucho más caro comer en el mítico restaurante. Una hamburguesa salía por 1.000 pelas y el filete con el brecol y las patatas por 2.500.